Moverse en las casi invisibles líneas que separan, dentro del deporte de alta competición, el grupo de deportistas que arriesgan su prestigio, personal y deportivo, y puede que su salud, con aquellos que se mantienen en un plano de normalidad sin recurrir a ayudas prohibidas para mejorar su rendimiento es una de esas ecuaciones que no se terminarán por resolver nuca.
El deporte español lleva marcado mucho tiempo por un nombre, Eufemiano Fuentes (Las Palmas, 1955). Es el médico -también tiene título de entrenador de atletismo- cuyo nombre siempre aparece vinculado a las grandes operaciones contra el dopaje que se han lanzado en este país.
Lo que no deja de llamar la atención es que 30 años después de que su nombre comenzase a aparecer en los medios informativos, continúe siendo protagonista de una turbia historia que nadie ha conseguido cercenar.
Del atletismo, al ciclismo. El primer deporte al que estuvo vinculado el doctor Fuentes fue al atletismo. En 1980 aprobaba el MIR (Médico Interno Residente). Se había especializado en ginecología, después de seis años de carrera en la Universidad de Pamplona. En las treinta asignaturas de que constaba su carrera sacó dos aprobados y dos notables. El resto fueron sobresalientes y matrículas. Pertenecía a una familia pudiente de Canarias. A su tío lo secuestro un movimiento independentista canario, el MPAIC, que dirigía Antonio Cubillo. Apareció asesinado en un pozo de agua. Cuando estudiaba tercero de carrera, el doctor José González Iturri le metió el veneno de la medicina deportiva. Comenzó a trabajar en Las Palmas, como ginecólogo por la mañana, mientras que por las tardes lo hacía en un centro deportivo haciendo pruebas de esfuerzo. Conoció a Manuel Pascua Piqueras haciendo las milicias universitarias. En 1980, Pascua le llamó a Canarias. Romá Cuyás era secretario de estado para el deporte. Pasó a ser médico de la Residencia Blume y responsable médico de la Federación Española de Atletismo.
Al ciclismo, con Orbea. Su llegada al mundo del ciclismo no fue con el equipo de la ONCE, en contra de lo que se ha dicho, sino con el Orbea que dirigía Txomin Perurena. Fue en 1984. Le trajo José Luis Pascua Piqueras, hermano de Manuel, que entrenaba a algunos de los corredores que estaban en el equipo como Jokin Mujika, Pello Ruiz Cabestany o Perico Delgado. En 1987 cubriría como médico de equipo su primer Tour. Llegaría a la ONCE de Manuel Saiz en 1989.
Más tarde firmaría con el Vitalicio de Javier Mínguez para acabar en el Kelme, con Vicente Belda y Álvaro Pino. En 1985 le despidieron de la residencia Blume. En 1986 dimitió de la Federación Española de Atletismo. Su llegada al ciclismo fue como médico de equipo, por lo que figuraba en la relación de las diferentes formaciones en las que trabajó, como tal. De sus años en el ciclismo, aunque dicen que nunca dejó el mundo del atletismo, hay un sinfín de anécdotas. Llegó a ser la segunda persona mejor pagada de alguna de las formaciones en las que estuvo, corredores incluídos. De Orbea se marchó porque el equipo se vino abajo. En la ONCE chocó con Manuel Saiz. Sólo estuvo dos años. Su subida a los cielos y su caída a los infiernos del dopaje le llegó en el equipo Kelme, donde más tiempo permaneció hasta que le salpicó de llenó la Operación Puerto. La denuncia pública de Jesús Manzano fue la antesala de su caída, profesional y personal.
Resulta casi imposible encontrar a alguien que hable mal de él en los equipos ciclistas en los que estuvo. En Orbea recuerdan que casi siempre llegaba tarde a las carreras. La excusa de «se me ha muerto una abuela» la empleó tantas veces que al final dijeron: «¿Oye, cuántas abuelas tienes?». Tampoco le gustaba mucho madrugar. Se le pegaban las sábanas a menudo, lo que obligaba a los masajistas con los que convivió a despertarle varias veces.
Cuando estaba en el equipo Kelme, uno de los masajistas del equipo, el valenciano Paco Albelda, le llevaba muchas veces su coche de un hotel a otro. Tenía un Porsche y había disputa por ver quién lo conducía cuando él iba en el autobús del equipo.
Otra anécdota verídica la cuenta uno de los directores con los que trabajó: «Le dijo a un corredor, toma esto que vas a tener una mejoría importante en tu rendimiento. Cogió agua mineral y diluyó glucosa. Ese corredor realizó una etapa de una gran vuelta soberbia. Trabajaba mucho, habitación por habitación, sobre todo con los líderes, el aspecto psicológico. En los años 90 utilizaba la sofrología con muchos de ellos», explican quienes convivieron con él. ¿Qué más utilizaba?
«Si se hubiese dedicado a la oncología o a la ginecología, hubiese sido de los mejores. No tengo ninguna duda», afirma otro de los directores que trabajó con él. También trató en sus años de médico de equipo a mujeres o novias de gente vinculada al ciclismo, por aspectos ginecológicos. Era mano de santo.
Siempre claro. Decir esto ahora no es que no sea conveniente, sino que que crispará muchos ánimos y seguro que también revolverá muchas conciencias. Eufemiano es uno de esos mitos que se han creado en este país y al que su aparición en los medios informativos no ha hecho más que engordar su leyenda. Una leyenda negra, es cierto, que siempre le sitúa en la parte negativa de los focos importantes del deporte de este país cuando se habla de dopaje.
En 1985, con 27 años, le contrató la Federación Española de Atletismo para que «algunos atletas recibiesen una ayuda médica que les permitiese mejorar su rendimiento». En el artículo de prensa que recoge esa información se decía, entre otras muchas cosas, que los posibles riesgos de estas aplicaciones son inexistentes, «porque se aplican en dosis muy inferiores a las que he tenido que aliviar a mis pacientes, cuando han precisado una medicación similar, y ninguno de ellos ha presentado jamás una evolución anormal». Aquellas 'investigaciones' en el atletismo español fueron pioneras. Hablamos de algo que se escribió hace ¡25 años!
Eufemiano bebió de las mejores fuentes que había durante esos años, y posteriores, en el deporte mundial: los países del Este de Europa. En San Sebastián solía aparecer de vez en cuando con un médico amigo suyo que era polaco. Dicen que experimentó en su propio organismo las mejoras que se podían conseguir con las ayudas farmacológicas. La realidad, guste o no guste, es que formaron un cóctel explosivo: un médico brillante, joven, con ganas de investigar, con dinero para hacerlo, del que se decía en los años 90 que invertía en comprar información de lo que se hacía en países mucho más avanzados que España a nivel médico.
Dejó al atletismo, se fue o le echaron, y acabó en el ciclismo, donde había bastante más dinero. A Eufemiano Fuentes le formaron deportivamente a nivel oficial y comenzó a labrarse una fama de mejora en el rendimiento de los deportistas a los que trataba que no le ha abandona.
SUS DATOS
Treinta años después de su llegada al mundo del deporte, con el beneplácito de las autoridades deportivas de entonces, Eufemiano Fuentes, sigue dentro de una espiral que da la impresión de que no le va a abandonar nunca.
Su carrera
Nace en 1955 en Las Palmas de Gran Canaria. Estudia la carrera de medicina y se especializa en ginecología. En 1980 saca el MIR (Médico Interno Residente).
Llega al deporte por medio del atletismo y a la medicina deportiva gracias del doctor Juan José González Iturri, cuando estaba en tercero de carrera. En 2003 realizó su tesis doctoral en la Universidad de Soria con el siguiente título: 'Marcadores de daño muscular en ciclistas profesionales a lo largo de grandes vueltas'.
Trabajó en la Federación
En 1980 le llamó Manuel Pascua Piqueras a Canarias. Fue médico de la Residencia Blume y médico responsable de la Federación Española de atletismo.
Para dedicarse a ese trabajo pidió una excedencia de cinco años en su trabajo como ginecólogo. Sólo volvió a él tiempo después de la Operación Puerto. En su puesto de trabajo estaba cuando le detuvieron por su presunta implicación en la Operación Galgo.
Otros títulos
En 1983 apuntaló su brillante carrera con el título de entrenador nacional de atletismo y el de profesor de educación física por la Universidad Complutense de Madrid.
A finales de 1985 le despidieron de la Residencia Blume de Madrid y en 1986 dejó su puesto en la Federación Española de Atletismo.
Llega al ciclismo
A finales de 1984 llegó al mundo del ciclismo de la mano de José Luis Pascua Piqueras, hermano de Manuel. Había tenido una polémica muy fuerte con el periodista José María García, que ya entonces le acusó de prácticas dopantes.
Lo hizo en el equipo Orbea que presidía el fallecido Peli Egaña y que estaba amparado en la Sociedad Deportiva Danena de Zizurkil que dirigía Patxi Alcorta. El equipo lo dirigía Txomin Perurena. Pasaría posteriormente a la ONCE (Manuel Saiz), Seguros Vitalicio (Javier Mínguez) y posteriormente al Kelme (Vicente Belda y Álvaro Pino).
Polémica en 2001
En la Vuelta a España de 2001, Eufemiano Fuentes fue el médico de los dos primeros clasificados en la general, Ángel Casero y Óscar Sevilla. Dejó un mensaje en el contestador de Casero que decía que en caso de necesidad estaría preparado 'lo que tú ya sabes',
En octubre de 2003 el Juzgado de los Penal número 8 de Valencia condenó al director del semanario Meta 2000 a un año de cárcel y a abonar tanto a Eufemiano Fuentes como a Casero 6.000 euros de indemnización por publicar el mensaje de Casero.
Operación Puerto
El 23 de mayo de 2006 fue detenido dentro de la Operación Puerto al salir de una cafetería tras haberse reunido con Manuel Saiz y el doctor Merino Batres.
La Guardia Civil le requisó diez teléfonos móviles, entre otras pertenencias, con un buen número de anotaciones manuscritas y numerosos nombres.
Operación Galgo
El 9 de diciembre de este año fue nuevamente detenido, para prestar declaración, sobre su presunta vinculación a otra trama de dopaje deportivo.
La trama estaba vinculada totalmente al mundo del atletismo, en principio, a la espera de lo que diga la justicia..