Patrick Makau, Geoffrey y Emmanuel Mutai, Moses Mosop, Abel Kirui, Tsegay Kebede, Wilson Kipsang, Vicent Kipruto y Wilson Chebet
Son nueve hombres. Nueve africanos con unas características muy diferentes a las de los tradicionales recordmen que hemos conocido hasta ahora. Patrick Makau, Geoffrey y Emmanuel Mutai, Moses Mosop, Abel Kirui, Tsegay Kebede, Wilson Kipsang, Vicent Kipruto y Wilson Chebet, a los que se les pueden unir en un futuro inmediato Kenenisa Bekele y Zersenay Tadesse, quienes aún siguen fieles a la pista.
Rompiendo moldes
Como decía, todos se caracterizan por ser menores de 30 años. El mítico Gebre logró batir el récord cuando ya contaba 34 años y pocos lo lograron con menos edad -Makau lo ha hecho con 26-. Es una generación que rompe moldes. Todos se han forjado como corredores en el asfalto, sin paso previo por la pista y distancias menores.
La gran mayoría, salvo excepciones como la de Abel Kirui, acuden a la llamada de los pingües premios económicos que conceden los patrocinadores europeos, estadounidenses y japoneses, sobre todo, y van allí donde más se pague, por lo que no suelen tener un currículo deportivo de enjundia.
Su manera de correr es también muy diferente a la tradicional. Son valientes. Tanto que, en ocasiones, el propio entrenador tiene que frenarles el ritmo para evitar que desfallezcan en el intento. Cuando corren se olvidan de guardar fuerzas o de procurar una carrera estratégica. Son capaces de mantener una velocidad de crucero elevada durante muchos kilómetros, como ocurrió con Makau el domingo, cuando en el kilómetro 27 decidió acelerar y no paró hasta cruzar la meta.
Kirui y los mundiales
Abel Kirui es, sin duda, uno de los que mejor palmarés cuenta en su haber. De profesión, policía, Abel ha ganado ya dos Campeonatos del Mundo, el último el pasado agosto en Daegu. Kirui saltó a la fama cuando en 2008 ejerció de liebre del mismísimo Haile Gebrselassie para que éste batiera el récord del mundo -cosa que hizo-. A Abel le tuvieron que parar en el kilómetro 35 porque iba más fuerte que Gebre. De hecho, algunos ya le veían ganando. Sin embargo, al contrario que sus compañeros de generación, Kirui se centra más en las competiciones inte rnacionales que en los maratones, donde abundan los premios económicos.
Los mutai
Geoffrey y Emmanuel comparten apellido, pero no parentesco familiar. No obstante, no son pocos los que los relacionan y hasta confunden por su forma apabullante de correr. Geoffrey ganó el maratón de Boston con un tiempo que asusta sólo recordar: 2.03:02. Sin embargo, su récord no fue homologado por el desnivel del circuito. Allí coincidió con Mosop y ambos llegaron picados hasta la línea de meta, lo que ayudó, sin duda alguna, al estratosférico registro.
Enmanuel, por su parte, proviene de una familia de campeones: comparte parentesco con Richard Limo, quien fuera campeón de 5.000 metros en el Mundial de 2001.
Kebede, la excepción etíope Tsegay Kebede es el único no keniano de la 'Generación Wanjiru'. Nacido en Etiopía hace 24 años, es el quinto de 13 hermanos. Viene de una familia pobre y de pequeño recolectaba leña para luego venderla. También ejercía de pastor en contadas ocasiones para llevar dinero a casa.
A los ocho años empezó a correr por diversión y un cazatalentos le reclutó para entrenar con su grupo de jóvenes valores. Levantó los brazos en la primera carrera que corrió y así se ganó el fervor de su descubridor, que no tardó en llevarle a Europa. Debutó en el Maratón de Ámsterdam de 2007 y un año más tarde ya era medallista de bronce en los Juegos de Pekín. Su mejor marca es 2.05:18 y la consiguió en Fukuoka. Esa hambre por la victoria de Kebede es también otra de las características de esta generación, que está llamada a poner en entredicho los límites del ser humano.
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