Ana Guevara, un ejemplo de determinación femenina



Ciudad de México, México.- "Pienso que todos tenemos un destino y a quienes trabajamos para conseguir que el destino se haga realidad, nos llega nuestro tiempo. Me acuesto tranquila sabiendo que llegará el momento y entonces tendré que emplearme a fondo; mientras, hay un común denominador que es trabajo y trabajo. Soy muy realista y muy drástica", comentaba hace unos años la ex velocista mexicana Ana Gabriela Guevara en una entrevista con la prensa.

El destino de la sonorense estuvo siempre claro para ella: su vida serían los deportes. La imagen de Ana Guevara volando en la pista de tartán en el estadio olímpico de Atenas fue un momento que quedará en el recuerdo de los millones de mexicanos. La atleta obtuvo el segundo lugar, sólo por detrás de la bahamesa Tonique Williams, quien se llevó el oro. Para nuestro país fue una medalla sumamente importante, pues en atletismo nunca se había figurado de tal forma y mucho menos en pruebas de velocidad.

Esa medalla plateada fue una recompensa para todo el sendero que tuvo que recorrer Ana a lo largo de los años. Desde adolescente se interesó en los deportes, siendo el basquetbol la disciplina que la arropó en esos años. Pero el talento para el atletismo se le notaba y optó por cambiarse.

El camino no fue fácil y ella misma contó a los periodistas: "Fue romper los esquemas, cambiar los prototipos de una familia tradicional en la cual soy la hermana mayor y a lo mejor me habría tocado sacrificar todo, pero la familia lo entendió, lo aceptó y me ha ayudado a crecer, a darme a valer y a tener autoestima".

Fue entonces que empezó a descubrir que tenía las cualidades para poder hacer algo grande, pero no sólo ella, pues la cubana Esther Petiton, quien se dedicaba a descubrir talentos, le dijo que podía llegar a ser como Ana Fidelia Quirot. Y así fue como Guevara se entusiasmó y sembró en ella misma el deseo de ser la mujer más rápida del planeta.

El esfuerzo y la dedicación fueron sus principales cartas, empezó a triunfar, especialmente en 1998, cuando consiguió dos medallas de plata en los Juegos Centroamericanos Maracaibo, en de 400 y 800 metros, además de un oro en el Campeonato Iberoamericano celebrado en Portugal.

Fue en 1999 cuando Ana ya fue vista como una realidad, al ganar la medalla de oro de los Juegos Panamericanos de Winnipeg, Canadá. De ahí en adelante, la velocista acapararía los reflectores, y si bien en los Olímpicos de Sydney 2000 se ubicó en la quinta posición, para 2002 simplemente tocó los 'cuernos de la luna'.

Ana conquistó la Golden League y el Grand Prix de Atletismo, además de dos preseas de oro en la Copa del Mundo de Madrid. Un año después ganó oro en el Campeonato Mundial de París y en la Gala Atlética de la IAAF en Mónaco ganó la corona mundial.

El colofón a tan extraordinario desempeño llegó con la medalla de plata en Atenas 2004, en esos 49.56 segundos, cuando todo un país se paralizó para ver cómo Guevara, aquella chiquilla que salió de Nogales con la intensión ser alguien en el deporte, lograba subir al podio en unos juegos Olímpicos.

Hoy Ana Guevara, ya retirada del deporte, está dentro de la política, con algunos problemas, pero siempre será recordada como la mujer que desafió la historia del atletismo mexicano. La frase que la acompañó en el inicio de su carrera sigue siendo la misma que se repite cada día de su vida: “Siempre voy con la idea de ganar pero me pregunto qué va a pasar si pierdo. Pienso que debes seguir siendo tú misma. No puedes perder tu esencia".


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