En los tiempos que corren el dopaje está a la orden del día y ya no sorprende tanto ver una noticia de que tal o cual deportista se ha dopado.
Pero en 1988 no era tan usual. La final de los 100 metros lisos de los Juegos Olímpicos de Seúl pasaron a la historia como la mejor carrera de todos los tiempos. 48 horas más tardes pasaron a la historia por el positivo de Ben Johnson.
En los ochenta había casos de dopaje, pero por entonces y, sobre todo en atletismo, de lo que se hablaba principalmente era de las excepcionales carreras y brillantes atletas de la prueba reina, los 100 metros. Carl Lewis era el rey de la velocidad tras coronarse en Los Ángeles.
Johnson fue tercero en aquella final -también en el 4x100 en el que triunfó Lewis- y se prometió derrotar al 'Hijo del Viento' como fuese. Antes de Seúl le batió varias veces, estableciendo un nuevo récord del mundo en 1987. Lewis empezó a hablar ya, sin acusar a nadie directamente, de que había atletas que se dopaban y que había que perseguirlos.
Al estadounidense le acusaron de no saber perder y que dejara de culpar si no tenía pruebas. Después de tres años de dura preparación y carreras espectaculares, llegó el gran día. 24 de septiembre de 1988. El mundo se para por la gran final de los 100 metros. Era el momento estrella de los Juegos de Seúl. El resto de pruebas se paralizan en el estadio para asistir al duelo más encarnizado.
Por la calle 3, Carl Lewis. Por la 6, Ben Johnson. También optan a la victoria el británico Lindford Christie y el norteamericano Calvin Smith. Salida válida. Comienzo igualado hasta un poco antes de la mitad de la carrera.
A partir de ahí, se empieza a destacar Johnson, que abre un hueco inalcanzable. Llega a meta sobrado con 9,79 -nuevo récord del mundo- y destronando al rey de Los Ángeles, levantando el brazo derecho y mirando hacia la calle de Lewis antes de entrar en meta, como si quisiera decir "ahora mando yo".
Ganó con una superioridad inesperada -algo parecido a lo que hizo Usain Bolt en Pekín- y eso que estábamos ante 'la carrera del siglo', con cuatro hombres por debajo de 10 segundos. Johnson pasa al primer plano mundial, mientras que se califica a Lewis como el gran derrotado. Sin embargo, 48 horas después, todo cambia. Se hace oficial que el canadiense ha dado positivo en el control antidopaje por estanozolol, un anabolizante que potencia la masa muscular.
Se llegó a hablar de complot: supuestamente le habían echado algo en unas cervezas que bebió antes para poder orinar y dar su muestra al servicio antidopaje. Pero al final Johnson confesó que se había dopado para vencer a Lewis y que llevaba haciéndolo varios años.
Fue despojado de su oro y, por consiguiente, del récord del mundo, que pasó a manos de Lewis, quien de esta forma revalidaba el título logrado cuatro años antes. Fue suspendido por dos años.
Regresó y estuvo en Barcelona'92, aunque no pudo clasificarse para la final de los 100 metros porque en la semifinal se tropezó en la salida y quedó en último lugar. Ya no volvió a ser el mismo.