Usain Bolt lo eclipsa todo. Sus gestas, su carisma, su imagen, mandan en el atletismo mundial desde hace cuatro años y apenas dejan brillar a un Lemaitre por aquí o a una Isinbayeva por allá.
Agazapado tras ellos, al menos para el gran público, está David Rudisha, un keniano prodigioso con más de una hazaña a sus espaldas y al que solo le queda ganar los Juegos para cerrar un círculo maravilloso que empezó rompiendo dos veces el récord mundial de 800m, uno de los más antiguos, hace un par de años, y siguió con el título mundial el año pasado.
El reto empieza este viernes en Doha (Qatar), primera etapa de la Diamond League, a la que ha sido invitado EL PAÍS. Rudisha mezcla un porte imponente con las maneras tímidas de un niño. Habla casi en un susurro y es difícil saber qué pasa por su cabeza, salvo, tal vez, que desearía estar en otro sitio. Pero el mensaje es claro.
Está en la calurosa y húmeda Doha para correr, para empezar la temporada, y con un objetivo claro. “Este año es año olímpico, y ese es mi objetivo, mi prioridad: ganar en los Juegos”, dice en un encuentro informal con los periodistas.
Este descendiente de masais que luce en la muñeca derecha una pulsera con los colores de su país habla con orgullo de sus compañeros Para ello el hijo de Daniel Rudisha, también atleta, aunque de 400 metros, medallista olímpico con el relevo en 1968, y de Naomi Rudisha, también corredora, ha cambiado ligeramente su preparación con respecto a los años anteriores.
“En 2010 me centré en preparar carreras muy rápidas porque lo que buscaba era el récord del mundo. Al año siguiente hicimos algunos cambios porque lo importante era el Mundial. Lo que intento ahora es combinar, carreras rápidas con carreras tácticas”, dice, consciente de que en una final olímpica prima la estrategia.
“Quiero ganar el oro olímpico y decirle a mi padre: ‘soy mejor que tú”, añade risueño. Por eso aunque la base sigue igual –Iten, la fértil tierra keniana que tantos corredores ha dado, es su casa; Australia le acoge en la pretemporada; Doha, donde ya ha ganado dos veces, es solo el principio- ha puesto el foco en preparar ese tipo de carreras donde la cabeza pesa casi tanto como las piernas. “Para las carreras tácticas tienes que trabajar muchas cosas antes.
Tienes que afinar tu velocidad, y tienes que trabajar la fortaleza mental porque no sabes si va a ser una prueba rápida o lenta, tienes que estar preparado para todo y para reaccionar bajo presión. Para eso tienes que hacer toda la preparación, no puedes dejar nada. Por ejemplo, este año en Australia hice un 400m, que es bueno para probar la velocidad”, explica. Las lesiones, que lastraron su preparación la pasada temporada, tampoco han aparecido: “Me siento bien”.
Este descendiente de masais que luce en la muñeca derecha una pulsera con los colores de su país habla con orgullo de sus compañeros, con los que planea correr el relevo: “Somos un equipo”. Si Bolt acaba uniéndose al 4x400 jamaicano se verían las caras en la pista: “sería divertido. No sé cómo acabaría, pero seguro que los fans estarían encantados”.
Por ahora eso es utopía. La carrera de Doha es real. Y no tiene por qué ser un paseo para un atleta que solo ha perdido un 800 desde 2010, desde que irrumpió en la escena a lo grande batiendo el récord mundial de Wilson Kipketer, vigente desde 1997, -y por dos veces en una semana- hasta dejarlo en 1m 41,01s, rozando la mítica barrera de los 100s.
Precisamente el atleta que le derrotó, el juvenil etíope Amman, de 18 años, ha sido baja de última hora en la reunión de Doha. “Es una pena”, dice Rudisha, que con 23 años ya puede considerarse un veterano.. “Para mí es bueno tener ese tipo de competencia.
Todos estos años la he tenido, con gente como Abubaker Kaki, que es un tipo muy duro. Es bueno porque cuando vuelvo a entrenarme me sirve de motivación porque sé que si no trabajo duro, vienen detrás”. Así que todo vuelve a empezar el viernes.
Aquí no está Bolt. Pero está Rudisha, y está el gran Bekele, y Justin Gatlin y Allyson Felix, y los españoles Antonio Reina (800m) y Casañas (disco), todos conscientes de que este año es especial. Este año es año olímpico.
Agazapado tras ellos, al menos para el gran público, está David Rudisha, un keniano prodigioso con más de una hazaña a sus espaldas y al que solo le queda ganar los Juegos para cerrar un círculo maravilloso que empezó rompiendo dos veces el récord mundial de 800m, uno de los más antiguos, hace un par de años, y siguió con el título mundial el año pasado.
El reto empieza este viernes en Doha (Qatar), primera etapa de la Diamond League, a la que ha sido invitado EL PAÍS. Rudisha mezcla un porte imponente con las maneras tímidas de un niño. Habla casi en un susurro y es difícil saber qué pasa por su cabeza, salvo, tal vez, que desearía estar en otro sitio. Pero el mensaje es claro.
Está en la calurosa y húmeda Doha para correr, para empezar la temporada, y con un objetivo claro. “Este año es año olímpico, y ese es mi objetivo, mi prioridad: ganar en los Juegos”, dice en un encuentro informal con los periodistas.
Este descendiente de masais que luce en la muñeca derecha una pulsera con los colores de su país habla con orgullo de sus compañeros Para ello el hijo de Daniel Rudisha, también atleta, aunque de 400 metros, medallista olímpico con el relevo en 1968, y de Naomi Rudisha, también corredora, ha cambiado ligeramente su preparación con respecto a los años anteriores.
“En 2010 me centré en preparar carreras muy rápidas porque lo que buscaba era el récord del mundo. Al año siguiente hicimos algunos cambios porque lo importante era el Mundial. Lo que intento ahora es combinar, carreras rápidas con carreras tácticas”, dice, consciente de que en una final olímpica prima la estrategia.
“Quiero ganar el oro olímpico y decirle a mi padre: ‘soy mejor que tú”, añade risueño. Por eso aunque la base sigue igual –Iten, la fértil tierra keniana que tantos corredores ha dado, es su casa; Australia le acoge en la pretemporada; Doha, donde ya ha ganado dos veces, es solo el principio- ha puesto el foco en preparar ese tipo de carreras donde la cabeza pesa casi tanto como las piernas. “Para las carreras tácticas tienes que trabajar muchas cosas antes.
Tienes que afinar tu velocidad, y tienes que trabajar la fortaleza mental porque no sabes si va a ser una prueba rápida o lenta, tienes que estar preparado para todo y para reaccionar bajo presión. Para eso tienes que hacer toda la preparación, no puedes dejar nada. Por ejemplo, este año en Australia hice un 400m, que es bueno para probar la velocidad”, explica. Las lesiones, que lastraron su preparación la pasada temporada, tampoco han aparecido: “Me siento bien”.
Este descendiente de masais que luce en la muñeca derecha una pulsera con los colores de su país habla con orgullo de sus compañeros, con los que planea correr el relevo: “Somos un equipo”. Si Bolt acaba uniéndose al 4x400 jamaicano se verían las caras en la pista: “sería divertido. No sé cómo acabaría, pero seguro que los fans estarían encantados”.
Por ahora eso es utopía. La carrera de Doha es real. Y no tiene por qué ser un paseo para un atleta que solo ha perdido un 800 desde 2010, desde que irrumpió en la escena a lo grande batiendo el récord mundial de Wilson Kipketer, vigente desde 1997, -y por dos veces en una semana- hasta dejarlo en 1m 41,01s, rozando la mítica barrera de los 100s.
Precisamente el atleta que le derrotó, el juvenil etíope Amman, de 18 años, ha sido baja de última hora en la reunión de Doha. “Es una pena”, dice Rudisha, que con 23 años ya puede considerarse un veterano.. “Para mí es bueno tener ese tipo de competencia.
Todos estos años la he tenido, con gente como Abubaker Kaki, que es un tipo muy duro. Es bueno porque cuando vuelvo a entrenarme me sirve de motivación porque sé que si no trabajo duro, vienen detrás”. Así que todo vuelve a empezar el viernes.
Aquí no está Bolt. Pero está Rudisha, y está el gran Bekele, y Justin Gatlin y Allyson Felix, y los españoles Antonio Reina (800m) y Casañas (disco), todos conscientes de que este año es especial. Este año es año olímpico.