Jamaica, tierra de la velocidad olímpica


La competencia se llama Boys and Girls Championship. Es el torneo de atletismo juvenil más importante de Jamaica. Se realiza a principios de año en el estadio Nacional de Kingston, la capital, ante unas 40 mil personas. Dura tres días y dicen que es algo así como una fiesta patria. En la tierra de Bob Marley el atletismo es capaz de generar euforias tan poderosas como el fútbol en Argentina.

En la pista, los cazatalentos miran, atienden. Boys and Girls Championship lo disputan jovencitos y jovencitas de los colegios de la isla. Es vitrina: en esa competencia descubrieron a leyendas como Usain Bolt. También a Verónica Campell.

Ganarlo es orgullo, noticia. Los colegios se dedican a buscar alumnos con condiciones para llevarse una medalla. Entonces les ofrecen becas, un plan de estudio diferenciado, para prepararlos. La educación física, además, es tan importante como una clase de matemáticas. Correr en Jamaica, ese es el mensaje en las aulas, es un asunto serio, no un pasatiempo cualquiera.

Eso explica, en parte, por qué esta tierra de apenas tres millones de habitantes es una máquina de ganar medallas de oro en atletismo. Lo acaban de demostrar en los Juegos Olímpicos de Londres 2012: Usain Bolt ganó oro en los 100 y 200 metros, también en el relevo 4x100. En esa prueba, el equipo formado por Nesta Carter, Michael Frater, Yohan Blake y Usain impuso un nuevo récord mundial que algunos medios denominaron como estratosférico: 36.84.

Pero existe, además, una teoría curiosa para explicar por qué esta es la isla de los hombres más rápidos del mundo: a Jamaica, en épocas de la Conquista de América, llegaron sólo los esclavos más fuertes. La isla era de las últimas en la que los barcos se detenían para desembarcar esclavos. Sólo sobrevivían los más resistentes.

Stephen Francis, el entrenador de otro grande, Asafa Powell, cree en ello: “Todos somos descendientes de esclavos. Nuestros ancestros eran particularmente resistentes, ya que habían sobrevivido a un terrible viaje desde África. Nos han legado su fuerza y su carácter”, dijo en una entrevista concedida a un diario francés en 2008.

La ciencia quizá podría respaldar esta hipótesis. Hace unos años estudiaron los cuerpos de 200 atletas jamaicanos. El 70% de ellos tenía un gen llamado Actinen A, que hace que las fibras musculares se contraigan de manera más rápida de lo habitual, se incremente la velocidad al correr. Pero también presentan un nivel más bajo de grasa que otros atletas, una masa muscular más voluminosa debido a altos índices de tetosterona, pies más largos. La herencia genética, parece, está marcando la diferencia en el atletismo mundial.

Sin embargo, el profesor de la liga del Valle de atletismo José Bernal piensa en otro asunto. El profesor estuvo en Jamaica en sus días de atleta activo.

Allá vio cómo funcionaba el sistema de cazatalentos. Se van a todos los barrios, dice, organizan triales, competencias, miran. “A los niños los llevan al estadio, y muchos llegan descalzos. A los más rápidos los separan, les dan un tratamiento especial. Les ofrecen becas en universidades de Estados Unidos, los cuidan”. También, claro, los rescatan de la pobreza. Correr en Jamaica es una manera de encontrar un destino lejos de las precariedades.

El profesor Juan Carlos Ibáñez agrega otros datos: en Jamaica, el atletismo, junto con el cricket, es un deporte nacional y eso ayuda a edificarlo como potencia. Es política de Estado, además, formar a deportistas con proyección olímpica. Eso también ayuda, por supuesto. Y además, los entrenadores se han preparado para formar cada vez mejor atletas. En esa isla de apenas 80 kilómetros de ancho, a propósito, duermen 100 entrenadores de atletismo.

fuente:elpais.com

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