Yohan Blake y Maurice Greene coinciden en un córner del Jarvis Center, donde se presenta Boost, la zapatilla de poliuretano termoplástico que pretende revolucionar para siempre el running, la velocidad y cuantos deportes se le pongan por delante dentro del reglamento. "Bah, yo ya estoy retirado.
¿Quién sabe que podría haber hecho yo con estas zapatillas?", dice el velocista que rompió por primera vez la barrera de los 9.80, en Atenas, hace 14 años. "Mi tiempo se ha terminado. Ahora están él y Bolt", dice a MARCA señalando a Blake, que en un corro atiende preguntas.
"Y en seguida vendrán más. No sé quién, pero más. Siempre hay un nuevo chico en los tacos". Blake, el velocista que dice que su secreto es comerse 16 plátanos, es el gancho que ha elegido Adidas junto a Gebreselassie para lanzar el nuevo arma al mercado, que recibirá la misteriosa zapatilla negra a finales de febrero.
Su objetivo esta temporada es claro. "Quiero renovar mi título de campeón del mundo de 100. Correré también 200 y el 4x100, pero es mi obsesión y por eso estoy entrenándome muy duro para ello. Sé que puedo repetir.
El fin de semana pasado corrí un 400 y bueno, fue una marca algo pobre, pero estoy bien. Me siento bien". 'La Bestia' tiene objetivos ambiciosos para este curso. "Quiero batir el récord de Bolt. Soy joven y puedo mejorar mucho. Sé que el récord lo puedo batir. Pronto. Incluso este verano".
Luego, un periodista le sugiere que es uno de los mejores velocistas del mundo para introducir una pregunta. Blake le puntualiza: "Yo diría que del universo", para añadir que la pelea con Bolt es buena para el deporte, que es bueno tenerle en los entrenamientos a su lado para motivarse más y que el secreto de Jamaica es, sobre todo, el esfuerzo.
"Nos esforzamos todos los días para ser mejores". A última hora, él de infancia complicada, deja un consejo para los chicos que vienen detrás. "Si yo tuviera a un chaval de 15 años delante de mí ahora mismo le diría: nunca abandones, no dejes de luchar hasta que la pelea haya terminado".
Finalmente se despide entre bastidores no sin antes posar para un fotógrafo con el gesto de la bestia, enseñando las garras, unas uñas que se han dejado que asustan.
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