De este modo se convierten en los primeros extranjeros candidatos a formar parte del equipo nacional ruso de atletismo. “Este curso estudiarán nuestro idioma y se adaptarán a la vida en Rusia. En el futuro podrán obtener la ciudadanía y representar a nuestro país”, explicó el responsable de la Academia, Yusuf Yabúkov. Es bien sabido que Kenia, con permiso de Etiopía, domina la media y larga distancia en atletismo. Evans Kiplagat (veinticinco años, especialista en maratón), Isaac Kipkemboi (diecinueve años, 1500 metros), Amos Kibitok (diecinueve años, 3000 metros vallas) y Nicolás Chepseba (diecinueve años, 5000 metros) no son estrellas mundiales, aunque dada su edad y planta bien podrían serlo a medio-largo plazo.
Lo que es seguro es que su incorporación no ha sido fruto de la casualidad. Rusia ganó el medallero de los recientes Mundiales de Moscú, pero es vox populi que (a excepción de la marcha) carece de nombres importantes en la media y larga distancia masculina, tanto en la actualidad como en proyecto.
“En veintidós años nuestro país solo ha producido un buen fondista masculino, Yuri Borzakovski, y el motivo es sencillo: genética. El proyecto deportivo que hoy presentamos es de naturaleza geopolítica, en colaboración con el Ministerio de Deporte y la República de Tartaristán. Estos son estudiantes, atletas serios con marcas al nivel de récord de Rusia”, explicó durante la presentación Valentín Balájnichev, presidente de la Federación Rusa de Atletismo. Todo normal, si no fuese porque existen las hemerotecas.
En 2010, tras los Europeos de Barcelona, en una entrevista a Gazeta.ru, el mismo Balájnichev bramó: "Nosotros no seguiremos el camino de Azerbaiyán o Turquía, que ganan medallas con las piernas de corredores africanos. Tengo una actitud muy negativa hacia esa práctica, Rusia no necesita legionarios. Algunas federaciones europeas están trabajando según el principio de los clubes de fútbol, fichan a atletas extranjeros para cumplir sus objetivos. Si esta práctica no cesa, entonces las pruebas de fondo en los Europeos se convertirán en campeonatos de Etiopía, Marruecos y Kenia".
Preguntado durante la presentación por la contradicción de su postura actual con la de hace tres años, Balájnichev argumentó: “La inmigración deportiva es un proceso en marcha en todo el mundo, un proceso que no podemos ignorar. Por ejemplo, China ha asignado recientemente diez becas para formar a prometedores velocistas jamaicanos. Si a Rusia llegan ingenieros o artistas de talento, ¿por qué no vamos a poder invitar también a atletas? Después de todo, no son estrellas sino promesas”. Algo de razón no le falta. Ninguno de los cuatro keniatas invitados a Kazán ha empatado todavía con nadie, en su currículum no consta ninguna medalla o resultado digno de mención, mientras que sobran los ejemplos de atletas africanos naturalizados por países occidentales cuando ya son estrellas consagradas.
Véase el caso del keniata nacionalizado estadounidense Bernard Lagat, que ganó dos oros en los mundiales de Osaka de 2007, en 1500 y 5000 metros. La ghanesa Abeba Aregawi, naturalizada sueca el año pasado, se proclamó campeona del mundo de 1500 metros en los recientes mundiales de Moscú. En la misma cita, el holandés de origen ghanés Ignisious Gaisah se colgó la plata en la prueba masculina de salto de longitud. Echando la vista atrás recordamos al keniata Wilson Kipketer, nacionalizado danés, tres veces campeón del mundo de ochocientos metros a finales de los noventa. El caso de Mo Farah, gran dominador actual del fondo, es un poco distinto, pues su nacionalización fue previa a su aparición en el firmamento del atletismo mundial. Nacido en Somalia, reside desde los diez años en Reino Unido, país por el que compite.
Leer más: http://spanish.ruvr.ru/2013_09_23/El-atletismo-ruso-tambien-ficha-keniatas-4517/
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