CIUDAD DE MÉXICO, 20 de octubre.- Aclamación estentórea, ensordecedora en el Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria ante la grandiosa victoria de Degaga Mamo Wolde en la carrera de maratón. El etíope festeja con una vuelta olímpica, lo acompaña una intensa ovación. La última fecha del atletismo es sensacional, el firmamento olímpico relampaguea con el triunfo de Kipchoge Keino, en los 1,500m lisos, con la ruptura de tres plusmarcas mundiales en relevos y con el oro de Dick Fosbury, su revolucionaria técnica del Fosbury flop.
Justo al caer la noche y cuando la gente empieza a retirarse del estadio –ya habían premiado a Wolde-, una voz por los altoparlantes los invita a recibir al último competidor: se presencia una escena dramática, que pasará a la historia de los JO como una demostración de valentía, dignidad y honor. El güero Alberto Isaac, séptimo en la posta olímpica 4x200m nado libre de Londres 48, atrapará en el celuloide oficial la conmovedora fuerza interior del tanzanio Akhwari.
La punta acerada del florete de la mexicana Pilar Roldán toca el pecho de la sueca Kerstin Palm. ¡Es la segunda medalla de plata! Son las 21:34 horas y la Sala de Armas de la Magdalena Mixhuca estalla en júbilo.
No sólo la agonística, el triunfo y las derrotas, captan la atención. La protesta de Tommie Smith y John Carlos, The black power, repercute en el planeta. En entrevista exclusiva de Excélsior, George Wallace, candidato a la presidencia de los Estados Unidos expresa en lenguaje político de doble filo:
“No soy un racista, no los odio, pero no quiero mezclarme con los negros”. Y añade: “Despreciar a un negro es despreciar la obra de Dios”. Y Wallace, que fue juez y gobernante en Alabama, desafiante opositor de las ideas de John F. Kennedy, remata: “Pero si Dios nos hizo diferentes debemos continuar diferentes”.
Con la tercera campanada de catedral arrancan del Zócalo los maratonistas. Los ojos siguen al inmortal Abebe Bikila, ganador del oro, descalzo, en Roma y, con zapatillas, en Tokio. Junto a él hay una máquina de correr, el australiano Derek Clayton que un año antes, en diciembre de 67, en Fukuoka, sorprendió con el RM de 2:09:36.4.
Llegaron disminuidos. Bikila se había lesionado en España y Clayton, que entrenaba un promedio de 225 y subía a 322 km a la semana, llegó lastimado de una rodilla. Bikila se retiró en el km 17 y Clayton fue séptimo.
Mamo Wolde fraguó su victoria en el km 20. Por tres JO consecutivos la estafeta del maratón queda en poder de los guardias imperiales del rey de reyes, descendiente de Salomón y la Reina de Saba, Haile Selassie.
John Stephen Akhwari se lesionó en el km 17. Entró al estadio vendado, con calambres. Al cruzar la meta se derrumba. Le preguntan: ¿si sufre tantos dolores por qué no se rindió? Respondió: “Mi país no me envió cinco mil millas hasta aquí para empezar la carrera, me envió 5,000 millas para que la terminara”.
Keino corre como un relámpago desde el principio y rompe una aureola de tres años invicto de Jim Ryun, de EU. El keniano no quiere exponerse a la rapidez terminal de Ryun y lo anula con esa táctica suicida. Marca 3:34.9, rompe el RO del legendario Herb Elliot.
En la imaginaría Válery Brumel corre desde el corner izquierdo hacia la portería, se apoya en su poderosa pierna izquierda y eleva la derecha en la técnica del rodillo ventral. Fosbury corre de frente desde la media luna, gira, salta de espaldas y cae sobre los hombros, de cabeza. Es la técnica revolucionaria y espectacular –que incrementó la velocidad de los saltadores verticales- con la que rompió el RO de Brumel con 2.24m.
En el currículum de Pilar Roldán aparecía: profesión , ama de casa; afición, esgrima. Corona 15 años de tenacidad de gota de agua. Vence a Brigitte Gapais, de Francia; pierde ante la campeona Coildiko Rejko, de Hungría; pierde ante Elena Novikova que se llevará el oro. Derrota en seis minutos a la rusa Gorolchova y derrota a la sueca Palm. Llora con su medalla de plata.
México pasa a semifinales en futbol, 2-0 a España. En León, Bulgaria e Israel igualan en 120 minutos a un gol. El árbitro francés Michel mete dos papeles en un sombrero y extrae el de Bulgaria.
