La altura sentencia al maratón del DF: Stanley Biwott con un crono de 2:04.55, segundo en Londres correra la Maratón de la Cd. México



La altura sentencia al maratón del DF POR: Arturo Xicoténcatl el 29 de Agosto de 2014
No es cuestión de optimismo ni de pesimismo. Tampoco es cuestión de creer o de no creer. Es una cuestión elemental de física: el Maratón de la Ciudad de México está sentenciado por los 2,240 metros de altura sobre el nivel del mar. La altura que es un paraíso para la rapidez y saltos es al mismo tiempo un infierno para los atletas
de pruebas de resistencia, afecta negativamente los esfuerzos aeróbicos.

El expentatleta Horacio de la Vega, director del Instituto del Deporte en el DF, pronunció la siguiente frase ante Miguel Ángel Mancera, jefe de Gobierno de la capital: “Vamos a tratar de colocar al Maratón de la Ciudad de México entre los diez mejores del planeta”.

La calidad del maratón no se fabrica por decreto. El nivel del deporte no se crea por arte de magia o buenos deseos. La frase no va más allá de ser un buen propósito, ¡irrealizable!, una frase política envuelta en un halo de demagogia. No es una frase apegada o que contenga un mínimo de conocimiento o base científica.

La intención responde a la costumbre chicharronera política-demagógica de magnificar todo. Dentro de un enfoque eminentemente deportivo el Maratón de la Ciudad de México jamás se podrá comparar en cuanto a resultados y clase atlética no ya con los diez mejores del planeta, sino con algunos que se realizan en territorio nacional.

Pesa, como una losa, en el maratón capitalino el sello faraónico, la visión eterna, en la medida en la que cada político y dirigente deportivo desea dejar su huella. El punto de salida es el Zócalo, mañana el Monumento de la Revolución, pasado en la Ciudad Deportiva de la Magdalena Mixhuca, hoy en el Hemiciclo a Juárez. La meta es cambiante; ahora será en el estadio de Ciudad Universitaria.

Esta expresión sexenal política no es comparable con la herencia cultural deportiva, sólida, de respeto al atleta, que proyectan Nueva York con la salida en el puente de Verrazano y llegada en Central Park o de otros maratones como Boston, Londres, Berlín. La referencia del recorrido se ajusta a competir en igualdad de circunstancias.

Aceptemos el maratón capitalino como una fiesta, modesta en calidad y clase, por la influencia de la altura; aceptémoslo tal y como es. Entiéndase no es la magnitud sino el equilibrio de fuerzas, el esfuerzo agonal, la lucha, la que comunica emoción. Galvaniza tanto la atmósfera de competencia y resulta atractivo un combate entre mastodontes o mantis, como entre boxeadores de peso completo o de la división gallo.

La altura es una vitrina de lo más transparente con récords mundiales en 100, 200, 400 m, como de opacidad en el campo maratoniano.

En 1968, durante los Juegos Olímpicos, triunfó el etíope Mamo Wolde en CU con un registro de 2:20.26. En aquella época el RM lo poseía el australiano Derek Clayton en 2:09.36 en Fukuoka, a nivel del mar y lo redujo en 1969 a 2:08.33 en Amberes a 7 m SNM. Compare.



Competirá entre otros una figura de primera magnitud, al menos así lo anuncian: el keniano Stanley Biwott con un crono de 2:04.55, segundo en Londres y con victorias sobre Kenenisa Bekele y Mo Farah. La altura impedirá que Biwott mejore su registro personal. Desde diversos ángulos su esfuerzo reviste interés.

Apreciemos el deporte con enfoque deportivo. El maratón del DF tiene su propio valor aunque no esté dentro de los diez o 20 mejores del planeta. Tratemos de formar una cultura del deporte sobre bases deportivas, extirpémosle los apéndices huecos, demagógicos. ¡Son un lastre!

Fuente: http://www.excelsior.com.mx/adrenalina/opinion/arturo-xicotencatl/2014/08/29/978821

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