Desde Rusia hasta Kenia, los casos de dopaje y las sospechas se están disparando estos últimos meses en el atletismo internacional.
La Agencia Mundial Antidopaje (AMA) ya ha abierto una investigación sobre las denuncias vertidas en Rusia, mientras los positivos se disparan en Kenia, en lo que podría denominarse el dopaje de la pobreza y la ignorancia
RUSIA
Un documental de la TV alemana, con cámara oculta, ha dejado en entredicho a todo el atletismo ruso
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Son creíbles los resultados atléticos que Rusia ha obtenido en estos últimos años en atletismo? ¿Son sus atletas un producto de laboratorio al más puro estilo de la antigua República Democrática Alemana protegida por Moscú? ¿El deporte se encuentra inmerso en un escándalo de mayor relieve que la operación Puerto? De confirmarse todo lo visto, oído y observado en un documental de la televisión alemana, emitido a principios de diciembre, el atletismo, concretamente, y la IAAF (Federación Internacional de Atletismo) afrontan algo más que un seísmo; algo así como un terremoto de 7 grados en la escala de Richter.
Rusía ya lleva años en el ojo del huracán. 68 atletas del país cumplen actualmente sanción por dopaje. ¿Pero el ciento por ciento de sus atletas realizan prácticas prohibidas? Si se sigue al pie de la letra la denuncia vertida en el documental de la cadena alemana ADR, la situación es muy preocupante. En el programa televisivo, de 60 minutos de duración, se mostraron grabaciones secretas de audio y vídeo que apuntaban a un sistema de dopaje apoyado por las autoridades rusas, lo que se denomina Dopaje de Estado. «Es un escándalo». Así de claro se expresó David Howman, director general de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA). «Es un caso de extrema preocupación», agregó Dick Pound, exnadador canadiense y primer presidente de la AMA tras su fundación en 1999 hasta el 2007, cuando le sustituyó el australiano John Fahey hasta que este año ocupó el cargo el británico Craig Reedie.
Algunas frases que escucharon los telespectadores alemanes ponían la piel de gallina. «Mi mujer me dijo que todos los atletas rusos se dopan y que sin dopaje no serían posibles los resultados que obtienen». Este testimonio corresponde a Vasili Stepanov, uno de los responsables de la Agencia Antidopaje Rusa (RUSADA). Y su mujer no es otra que Yulia Rusanova, excorredora de 800 metros, suspendida en el 2013 por dopaje. «El dopaje es algo que se mete en la cabeza de los entrenadores y ellos lo meten en la cabeza de los deportistas. Por eso, cuando un deportista toma un preparado prohibido no cree que está haciendo algo malo». Curioso que lo tomase ella siendo esposa de un responsable antidopaje de su país. Y no menos curioso que uno de los dirigentes de la lucha antidopaje rusa tenga a su mujer suspendida dos años.
Yeugenia Pejerina, lanzadora de disco, rebajó un poco –solo un poco–la alarma por dopaje en el atletismo ruso; del ciento por ciento al 99%. «La mayor parte de los atletas se dopan; el 99%». «El deportista no tiene otra alternativa», secundó sus palabras, en el documental, Oleg Popov, entrenador de pruebas de lanzamiento.
Para endurecer todavía más las sospechas de dopaje, la televisión alemana mostró a Mariya Savinova, que hablaba de sus prácticas dopantes (reconoció la ingesta de anabolizantes y hormonas como la de crecimiento y la EPO) en un vídeo realizado desde un teléfono móvil. Unas imágenes fuente de una profunda preocupación, puesto que Savinova ganó la medalla de oro en la prueba de 800 metros en los Juegos Olímpicos disputados en Londres (2012).
Pero, realmente, qué se podía esperar de un país que en el 2013 realizó 23.110 pruebas antidopaje con la barbaridad de 500 muestras positivas, rebajadas por encubrimiento y hasta con el pago de importantes cantidades de dinero a fin de esconder las sustancias prohibidas.
Ahí está el caso, por ejemplo, de la maratoniana Lilia Shobujova, ganadora en Chicago y Londres, quien pagó más de 300.000 euros para que se le tapara un positivo, lo que le permitió acudir a Londres 2012, aunque luego la suspendieron dos años con lo que la deportista solicitó que le devolvieran el dinero pagado.
¿Y quién recibió el pago para tapar un positivo? Pues nada menos que Valentin Balajnichev, presidente de la federación de atletismo rusa y vicepresidente de la IAAF, que solo devolvió parte del pago a la atleta tras reclamar que le retornaran el dinero cuando le cayó la sanción.
El ‘cerebro’ ruso
En el documental, Stepanov y Rusanova se erigen como los principales testigos de la cadena ADR, hasta el punto de que ambos han abandonado Rusia por temor a represalias. Ellos acusan al médico deportivo Serguei Portugalov, colaborador de la IAAF en temática antidopaje, de ser el cerebro del operativo, al estilo de lo que Eufemiano Fuentes realizaba en España hace unos años. «Portugalov me dio las sustancias para doparme. Me dijo que todo el mundo lo hacía». Así lo explicó Rusanova que enumeró, incluso, las cantidades que este médico exigía a cambio de medallas: «Tuve que pagar por las medallas ganadas; la victoria en un 800 metros costaba 50.000 rublos (760 euros)».
El matrimonio, además, extendió ante la ADR el dopaje generalizado en Rusia a otros deportes, tales como la natación, el ciclismo, el biatlón, la halterofilia y el esquí nórdico. Stepanov, además, atacó directamente al director del laboratorio antidopaje de Moscú, Gregori Roshenkov, quien, según sus palabras, «diseñó programas de dopaje a los atletas para que no dieran positivo».
Roshenkov, en el reportaje, defendió su credebilidad y reputación. «Deberían tener mucho cuidado antes de creer a impostores», dijo.
Investigación oficial
Impostores o no, el atletismo ruso ya se encuentra bajo investigación tras la emisión televisiva. La AMA ya ha reconocido que va a «iniciar acciones para confirmar las pruebas del documental». «Vamos a perseguir cualquier violación de las reglas de dopaje», ha comunicado Reedie, el presidente del organismo, que ha puesto al frente de la comisión creada a Pound, quien estará ayudado por un miembro del TAS (Tribunal de Arbitraje Deportivo), Richard McLaren, para tratar de esclarecer toda la situación antes de que se valoren sanciones.
La IAAF, por su parte, también está investigando el caso, aunque se pondrá en manos de la AMA para tratar de llegar hasta el final. El escándalo, por lo tanto, ya ha superado las fronteras del más que cuestionado atletismo ruso.
KENIA
Los casos de Rita Jeptoo y Matthew Kisorio ha hecho aflorar un confuso entramado en el Este de África
El dopaje en el Este de África se alimenta de la ignorancia, un fiel aliado de la pobreza. Esta es la principal explicación que técnicos, representantes, federativos y educadores transmiten sobre un problema que acaba de estallar en Kenia, un país cuya gloria son sus corredores. El técnico italiano Renato Canova es un veterano en el Rift Valley y no acaba de explicarse cómo es posible que entrenando a más de 2.000 metros de altitud se recurra al dopaje con EPO. Canova trabaja ahora a tiempo parcial con los atletas chinos y como Colm O’Connell, el preparador de origen irlandés de David Rudisha, propone más educación. Incluso las autoridades deportivas locales se hacen eco de este indiscutible mantra de progreso: promover la educación.
Pero la realidad es tozuda, cuando no preocupante. Entre 2010 y 2012 se encontraron dos casos positivos en Kenia, pero entre 2013 y 2014 han sido nada menos que 19, la mayoría por esteroides anabolizantes, hormonas y también EPO, lo que ha causado un gran revuelo. Bastó con que un equipo enviado por la federación internacional (IAAF) en 2013 tomara 418 muestras fuera de competición, sobre un total de 750 practicadas en este país, para detectar un incremento tan significativo.
Suplementos contaminados
En todo caso, el número de atletas actualmente sancionados en Kenia palidece ante las cifras de Rusia (68), Turquía (42) o India (37). Curiosamente, una buena parte de los atletas suspendidos en estos países lo son por ingerir anabolizantes, que empezaron a usarse por primera vez en la antigua Alemania Oriental. Su producto estrella es la nandrolona, utilizada masivamente en la extinta RDA a través del dopaje de Estado. Ahora es el dopaje de los pobres. Al parecer, sigue siendo tan efectiva como barata y asequible. Actualizada en norandosterona, es un ingrediente típico en los suplementos alimenticios piratas o contaminados, un esteroide anabólico que estimula la producción de testosterona. En Europa, un 7% de estos complementos a la venta tenía trazas de nandrolona en 2006, según un estudio de la UE.
«En Nairobi, en Eldoret o a través de internet es muy fácil conseguir suplementos procedentes de la India o Sudáfrica. La mayoría están contaminados con productos que ni siquiera figuran en la etiqueta. Algunos pagan hasta 7.000 chelines (70 euros) por un bote de esta basura cuando apenas tienen para comer», comenta con vehemencia Claudio Berardelli, un técnico con más de 10 años de experiencia en el Este de Africa, quien coincide también en señalar la falta de instrucción y la ignorancia como aliados del dopaje en esta parte del mundo. Ahora está señalado al ser el entrenador de Rita Jeptoo, cazada con EPO exógena el pasado mes de noviembre, cuando estaba a punto de conseguir el cheque del medio millón de dólares como reina de los majors, los mejores maratones del mundo. Su caso, como el de Matthew Kisorio, reviste mayor gravedad al tratarse de una súper élite y de un tratamiento no precisamente barato.
Kisorio tuvo la valentía de reconocer su dopaje hormonal exógeno, pero su confesión no le sirvió para rebajar los dos años de sanción. Y de momento nada se sabe de la supuesta red de dopaje que le trató. El atleta fue expulsado inmediatamente del entorno de su entrenador.
«Si el caso de Rita [Jeptoo] puede ser la clave para que se descubra todo lo que hay de sucio detrás, por favor, haced pagar a Rita por ello», declaraba Berardelli al diario Daily Nation tras conocerse el positivo de su pupila más destacada. Su agente, Federico Rosa, aseguraba que ella le había puesto como excusa una malaria. Rita, sin embargo, no acudió al médico que tiene su empresa en Nairobi, sino que acudió a una consulta privada en Eldoret.
Descontrol federativo
Los corredores de élite son los nuevos ricos en Rift Valley. Cada fin de semana hay una prueba de cros o asfalto cercana, con sus correspondientes premios, algunos sustanciosos, como en el maratón que organiza una famosa cadena de radio, KASS: 15.000 euros al ganador y a la ganadora, una cifra muy tentadora en esta parte del mundo.
La federación keniana aportó aun más confusión y gravedad a la imagen del atletismo del país al señalar como culpables a técnicos y agentes extranjeros. Luego ha tenido que admitir que en Kenia, como en cualquier otro lugar del mundo, «pueden existir redes de dopaje y tráfico de medicamentos». Su presidente, Isahia Kiplagat, es todo un recordman de la poltrona, tras 30 años en el cargo. El pasado mes de noviembre se libró de una moción de censura cerrando la sede federativa, junto al estadio Nyayo, y avisando a la policía para que despejara la entrada.
El caso de Jemima Sumsong, segunda en el maratón de Nueva York de noviembre, ilustra el desorden de la autoridad atlética local para manejar la situación. En el 2012, Sumsong recibió un tratamiento intrabursal que incluía prednisolone, un glucocorticosteroide incluido en la lista de sustancias prohibidas, pero legal si es administrado localmente como terapia médica autorizada, como fue el caso. El 4 de julio del 2012, la federación nacional sancionó a Jemima con dos años a pesar de que había declarado en el formulario del control antidopaje el uso médico de dicha sustancia. El 21 de agosto, la federación internacional informó por carta a la federación keniana de su error y de la necesidad de limpiar el nombre de la atleta. La carta y la irresponsable gestión federativa en este asunto salieron finalmente a la luz dos años después gracias a Elias Makori, redactor del Daily Nation.
Para atajar a corto plazo el brote de dopaje en Kenia, la federación internacional propone establecer un laboratorio en Eldoret. De momento las muestras son analizadas en Sudáfrica o enviadas directamente a Lausana, un trasiego ciertamente costoso y sensible a la seguridad. Federico Rosa asegura que lleva años colaborando en la lucha inteligente contra el dopaje, aunque se muestra escéptico en que las autoridades locales sean capaces de ponerle freno al negocio. El mánager italiano es partidario de incrementar los controles de sangre por sorpresa y de un seguimiento analítico en su training camp de Kaptagat, al menos una vez al mes, para conocer el perfil biológico de cada atleta.