México, 18 jun (EFE).- Este verano en Barranquilla, cerca del río Magdalena que tanto mencionó en sus obras el escritor colombiano Gabriel García Márquez, la mexicana Madaí Pérez vivirá una experiencia casi de realismo mágico: correr suave para poder ganar.
Con 18 maratones en sus piernas, entre ellos el de Chicago 2006 en el que se convirtió en la hispana más veloz de la historia con 2h 22:29, Pérez apostará el 3 de agosto a ganar los 42 kilómetros 195 metros de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, pero la prueba será lenta y la atleta estará obligada a correr despacio.
"Los entrenamientos me están costando trabajo. A veces tengo poca paciencia y tiendo a acelerar. Mi entrenador debe estar vigilante para corregirme porque si quiero ganar en Barranquilla deberé correr lento", explica en entrevista a Efe la deportista.
En sus maratones anteriores, la mexicana ha competido contra sí misma y su soledad. Se ha concentrado en las buenas marcas y ha escogido como rivales a las mejores del mundo, lo cual le ha permitido bajar dos veces de 2h 25, pero aún no ganó su primera carrera de 42 con 195.
"Cruzar la meta en primer lugar es maravilloso pero solo si diste todo y para mi vencer significa salir a mejorar mis marcas. Ahora será diferente, la prioridad eso darle la medalla de oro a mi país", asegura.
Con un calor luciferino, humedad elevada y rivales no tan veloces pero sí hábiles para manejar los ritmos, el maratón de los juegos regionales será casi inhumano y Madaí sabe que su única oportunidad de ganar es con paciencia para entrar en el desconocido mundo de las que corren maratón casi a cuatro minutos por kilómetro.
Madaí será una de las figuras más emblemáticas de la delegación mexicana a los Juegos y aunque la marcan desde ya como favorita para ganar, no lo es porque la competencia transcurrirá en condiciones azarosas y la mexicana deberá domesticar a su instinto.
Hace casi tres años Pérez fue sometida a una cirugía de tendón de Aquiles de la cual salió fortalecida y en octubre de 2017 quedó cuarta en Chicago con 2h 24:44, un registro que la mantiene entre las mejores del mundo a los 38 años.
En la entrevista reconoce que todo tiene un ciclo y está en la parte final de su carrera deportiva por lo que quiere disfrutar de manera plena la despedida de su gran amor: la carrera de maratón.
"A estas alturas la planificación es la clave, el entrenador debe ser fundamental y sacar provecho de mi experiencia porque sé manejar mejor la distancia. Quiero disfrutar lo que queda y después de Barranquilla buscaré volver a correr duro en Chicago", dice.
En octubre Madaí Pérez tomará la salida cerca del lago Michigan para volver a retar en Chicago a africanas, asiáticas, europeas y estadounidenses de primer nivel con edad para ser sus hijas.
Antes, en las cercanías del río Magdalena, tendrá uno de los retos más duros de su vida.
"En Barranquilla tendré que ser fría y aguantar el paso. No puedo hacer ninguna tontería porque pondré en riesgo el oro", reconoce, convencida de lo duro que será vencer a rivales inasibles y traicioneros como el calor, la sed, el cansancio y la humedad.
EFE