Eliud Kipchoge es el hombre más rápido del mundo desde que batió el récord mundial en la maratón de Berlín con una marca atómica de 2:01:39. Dos días más tarde, charlamos con él en la sede de su patrocinador en La Haya. Eliud Kipchoge se está comiendo un pastelito. Los programas más importantes de la televisión de todo el mundo lo han querido llevar a su plató, pero Eliud Kipchoge les ha dicho que no. O lo que es más probable: «Vale, gracias». Y han sabido que eso significaba que no iba a asistir y no han insistido. A decir verdad, Eliud Kipchoge ya se había comprometido con Nationale Nederlanden. Una reunión con la prensa fijada desde hace meses si se mantenía dentro de las 2:02:00. Y lo hizo. Verlo correr es como ver una máquina bien engrasada. Un poco como Tom Dumoulin en su bici o Miles Davis con su trompeta. Eliud Kipchoge se funde en uno con el asfalto, con su cuerpo y con Dios. Y ahora está comiéndose un pastelito. Un pastelito de lo más empalagoso.
«¿Queréis?», pregunta; y antes de que nos dé tiempo a rechazarlo de forma educada, Eliud Kipchoge nos está convidando a uno como el suyo. Cuando tú vas, Eliud Kipchoge está, por norma general, ya de vuelta. Míralo aquí sentado con sus ojos claros y su sonrisa «profident» que queda que ni pintada con su chaqueta del chándal. La tranquilidad que irradia. En una época en la que todo lo que es sagrado, se somete a discusión (incluso el propio Dalai Lama): comerse un pastelito junto a Eliud Kipchoge es prácticamente lo más cerca que puedes estar de Dios. Y Dios cumple años este mes, el 5 de noviembre alcanza los 34. Decimos con tanta frecuencia su nombre porque, en primer lugar, es muy bonito. Y, en segundo lugar, porque está convencido de que en los próximos años se logrará superar una maratón en menos de dos horas.
Porque el equipo NN Running Team del que él forma parte y que vio la luz por primera vez en abril de 2017 tiene futuro. «Ese es el futuro», asegura. Se trata del primer equipo de corredores del mundo. «Estamos más cerca que nunca de nuestros seguidores gracias a las redes sociales y aprendemos de ello. En Kenia, tengo a un equipo de 30 hombres y, de ellos, veinte son miembros del NN Running Team. Nos ayudamos entre nosotros. Durante las competiciones, pero, sobre todo, durante los entrenamientos. Por interés mutuo, somos exigentes los unos con los otros. Sin mis compañeros de equipo, no habría logrado el récord mundial».
Sin duda alguna, le ayudarían, pero tuvo que ser, digamos la verdad, durante los primeros veinticinco kilómetros. Los últimos diecisiete los hizo él solito. «Con gente que te abrigue, correr resulta más divertido. Si estás solo, todo lo tienes que hacer tú. No puedes relajarte. Por eso, es mejor dejar atrás al resto de corredores cuando ya llevas bastante avanzada la carrera». Pero, precisamente sin compañía, ha batido el récord mundial. No obstante, él permanece tranquilo. No ayuda nada a un corredor de maratón hacerse el arrogante, pero aun así. «Vi que los splitsiban bien, lo que me motivó lo suficiente para hacer lo que hice», afirma Kipchoge. Que se va a superar la barrera del sonido de las dos horas está más que claro, aunque eso no está en su lista de prioridades: «Aún no está entre mis planes».
¿La edad es un impedimento? Seguro que no. «Sí, soy el mayor del equipo, pero también el más rápido. La edad no importa mucho a la hora de correr. Este equipo de corredores apareció en mi vida en el momento adecuado, tal y como todo acaba llegando cuando tiene que llegar. No se trata solo de los corredores, sino también de los fisioterapeutas, del mánager, del entrenador técnico y del patrocinador. El futuro está en manos de los equipos. Puedes correr más maratones en un año porque corres como equipo. Vendría bien que intervinieran más empresas grandes en este deporte. ¿Qué mejor reclamo que un hombre que practica deporte y hace algo bueno con su vida?
Patio de recreo
Se corresponde con su lema que hoy se ha repetido ya varias veces: No Human is Limited (ningún hombre está limitado). También la pulsera que lleva en su muñeca lo dice. Ningún hombre tiene límites. Todo es posible. Cree en ti mismo y los límites desaparecerán. «Esto es válido para todo el mundo. Ya estés en la oficina o en el patio de recreo». Aunque puede parecer pura palabrería, Kipchoge escoge sus palabras con mucho cuidado. Frase a frase y, entre medias, siempre una pregunta. En realidad, así es como le gusta correr también: con marcadores de paso a su vera. Es casi como estar cara a cara con alguien que lo sabe todo, incluso cómo comer un pastelito sin desmigarlo. ¿Cuál sería tu primera pregunta a Dios? ¿Cuál fue la primera canción que escuchaste cuando salió Spotify? ¿Adónde fuiste por primera vez cuando de niño aprendiste a correr?
A Eliud Kipchoge, lo han apodado de forma cariñosa como el Filósofo. Porque nunca se queja, nunca está preocupado realmente, la palabra «no» no forma parte de su vocabulario. Las cosas van como van y, si alguna vez van un poco peor, pues qué se le va a hacer. Como si hubiera nacido en una cuña publicitaria de su patrocinador de los años noventa. Por supuesto que no fue así, pero ¿qué está leyendo el Filósofo en este momento? «Estoy con la biografía de Roger Bannister. Hay un par de lecciones que se quedarán grabadas en mi memoria y tan solo llevo un cuarto del libro, ja, ja. Pero ahora tengo todo el tiempo del mundo para acabármelo». El 6 de mayo de 1954, Sir Roger Bannister se convirtió en el primer atleta en recorrer una milla en menos de cuatro minutos. Murió el 3 de marzo de 2018. Dos días después, Kipchoge tuiteó la siguiente cita de Bannister:
«Corremos, no porque pensemos que nos haga bien, sino porque lo disfrutamos y no podemos evitarlo. Cuanto más restrictivos se vuelven la sociedad y nuestro trabajo, más necesario es encontrar una escapatoria para esta ansia de libertad. Nadie puede decir: "No puedes correr más rápido que esto o saltar más alto que lo otro". El espíritu del ser humano es indomable».
No Human is Limited. El dolor le resulta extraño. Berlín se diferenciaba poco de otras maratones. El lunes le dolía un poco la cabeza, hoy ya estaba mejor. Seamos honestos: este triunfo histórico no ha caído del cielo. Antes del récord de 2:01:39, ya era campeón olímpico, campeón mundial y, además, ganaba ya prácticamente todas las carreras de larga distancia. ¿Qué se te pasa por la cabeza cuando estás a un palmo de lograr un tiempo legendario? «El domingo, lo único que tenía en mente era el récord mundial. Desde el primero hasta el último kilómetro. ¿Ningún flashback de tu infancia? ¿Tal vez una visión? ¿Un bonito recuerdo de tus tres hijos y esposa? «Oh, sí que tuve flashbacks». ¿De qué exactamente? «De los entrenamientos que me habían llevado hasta allí. Son una fuente de motivación. Un buen entrenamiento no se olvida. Pensaba en Kenia».
¿No te vinieron a la mente tu mujer ni tus hijos? «No, solo el récord mundial». Después de la carrera es el momento en el que pensó en su familia, añade al insistirle. ¿Qué haces en cuanto pisas la habitación de tu hotel, cuando, por fin, estás solo? «Llamar a mi familia, dormir, mirar mis mensajes (tenía 1073 solo el domingo) y ver lo que había pasado en el mundo». ¿Qué te dijo tu mujer? «Estaba contenta». Sí, pero ¿gritó, lloró, se rió? «Espero que gritara cuando atravesé la meta». Y, después, con un tono de picardía: «Pero no tengo ni idea. Yo no estaba en Kenia». Sus hijos tienen cinco, siete y doce años. Si han heredado su talento, no puede decirlo. «Les gusta correr. Habrá que ver si son buenos cuando les llegue el momento».
Fórmula 1
Eliud Kipchoge, repetimos otra vez su nombre, es, desde hace años, el mejor corredor de maratón que ha existido. No fue hasta el año pasado cuando realmente adquirió fama mundial al tratar de superar el circuito de Fórmula 1 de Monza en menos de dos horas. Le faltaron 26 segundos y el intento no pasó a formar parte de los libros récord porque recibió ayuda de diferentes marcadores de paso. Pero lleva mucho tiempo dedicándose a esto. Quince años para ser exactos. De cada año tiene una libreta en la que apunta los tiempos. No obstante, no hay que crearse grandes expectativas, ya que tras preguntarle e insistirle al respecto, nos mira desconcertado. «Escribo el tiempo y el número de kilómetros». ¿Ningún comentario más? «Ningún comentario más». ¿Ya está apuntado Berlín? «Sí». ¿Y realmente solo aparece eso: 42 kilómetros y 195 metros, 2:01:39? «Sí». Se ríe. Y después pregunta: «¿Tengo que anotar lo que he estado haciendo todo el día? Ja, ja». Eliud disfrutó de cada kilómetro y de las simpáticas reacciones que recibió su equipo. ¿Y el litro de cerveza tras la meta? «Era cerveza sin alcohol y estaba deliciosa».
Hizo morder el polvo a medio Berlín, pero Eliud Kipchoge se sentía bien. «Por supuesto, tuve dolores durante la maratón. Mentiría si dijera lo contrario, pero ¿un momento realmente difícil? No, no lo hubo. A medio camino, marcaban los 61 minutos en el reloj y, entonces, supe que tenía que apretar un poco, pero que era posible». ¿Cuándo lo supiste seguro? ¿En la Puerta de Brandeburgo o ya antes? «A los treinta kilómetros lo sabía seguro. Entonces, puse toda la carne en el asador y dejé de sentir dolor».
Cuanto más rápido corres, más tiempo te queda para perfeccionarte a ti mismo. Eliud Kipchoge ha tardado 17 minutos y 21 segundos en comerse el pastel. Nos las hemos arreglado para ser más rápidos que él. Aunque aún tiene objetivos que cumplir, superar el récord no es por el momento uno de ellos, pero sí lo son los Juegos Olímpicos de 2020 en Tokio. Entonces acabará de cumplir los 35 años y aún le quedarán un par de años para seguir en el ajo. «En Tokio, iré de nuevo a por el oro. Lo que ocurra antes de ahí, está aún por verse». Rehúye de insinuaciones como las del The New York Times de que es el Superman de las carreras. No son para él. Él actúa con normalidad. Entrenar, entrenar y entrenar. «Confío en mi entrenador, nunca me saltaré un entrenamiento. Este es mi consejo para cualquier corredor que quiera mejorar: no hay que hacer concesiones mientras se entrena. Hay que seguir corriendo».
Fuente: Runners.es