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A principios de año, a punto de cumplir los 37, Nick Willis le daba vueltas a un pensamiento en su cabeza: se acercaba la hora de retirarse y volver al 'mundo real' después de 15 años viviendo del atletismo, nómada durante seis meses de cada doce. Tenía que decidir si renovar su contrato con Adidas o abrirse en el mercado, cuando le surgió la idea: ¿y si aprovechaba para iniciar esa transición hacia la vida fuera de las pistas mientras agotaba sus últimas millas en el tartán?
Después de pasar un calvario por los abusos psicológicos de Alberto Salazar y dejar el atletismo en 2016 sin lograr clasificarse para los Juegos Olímpicos, Mary Cain decidió a finales de 2019 volver a competir. La niña prodigio del 'track and field' estadounidense todavía tenía 23 años y el sueño de correr en los mejores estadios del planeta. Lo que no quería era sufrir de nuevo las presiones del pasado.
Fue entonces cuando Matt Taylor se cruzó en el camino de Willis y Cain. Graduado en psicología y biología por la prestigiosa Universidad de Yale, la carrera de Taylor se ha alejado de la ciencia en la última década. En 2013 creó en Boston la marca de ropa Tracksmith, centrada en «honrar el espíritu aficionado sobre el que se fundó el deporte», y desde ese momento se ha convertido en una figura activa e influyente en los círculos del 'running' estadounidense. En los 'trials' olímpicos de maratón del pasado 29 de febrero, los más multitudinarios de la historia, un 20% de los participantes (138) corrió con una camiseta 'vintage' creada por Tracksmith para la ocasión. Ahora, Taylor se ha propuesto cambiar el concepto de patrocinio en el atletismo.
Para ello, Tracksmith ha contratado a Willis y Cain como empleados a jornada completa. Ambos buscarán una plaza en los 1500 metros para los Juegos de Tokio 2021 defendiendo los colores y el emblema de la liebre de Nueva Inglaterra. La novedad es que en el acuerdo no se menciona la palabra competir. Tampoco aparecen bonus en función del rendimiento, ni mucho menos cláusulas de reducción en caso de lesión o malos resultados. Ubicados en el departamento de marketing, su valor dentro de la empresa no es mayor ni menor que el de los otros 21 trabajadores. El cargo de Willis es 'athlete experience manager' y el de Cain, 'community manager'. Claro que pasear la marca por los principales mítines del planeta facilitará que las ventas crezcan, sobre todo en Europa, donde su presencia ahora es mínima.
La jornada laboral de los atletas es flexible y les permite compatibilizar el trabajo con sus entrenamientos y competiciones, pues trabajan en función de proyectos y objetivos. El neozelandés, que seguirá viviendo junto a su familia en Ann Arbor (Míchigan), «usará su experiencia para construir programas que inspiren, motiven y profundicen en la conexión de nuestra comunidad con el deporte», indica Tracksmith en un comunicado. La norteamericana residirá en Nueva York, como hasta ahora, «ayudando a crecer nuestros esfuerzos en una de las escenas del 'running' más vibrantes del mundo».
Libertad sin presión
Este nuevo modelo de patrocinio, indica la empresa, busca «aliviar la ansiedad producida por contratos basados en incentivos por resultados». Willis y Cain, añade, «tendrán libertad para competir sin más expectativas y presiones que las que ellos mismos se pongan». Ambos se decidieron a aceptar la oferta no solo por eso, sino por el carácter innovador de la marca para con el atletismo: «Creemos que para que nuestro deporte prospere en el futuro necesita contribuciones apasionadas en áreas que se extiendan más allá de la pista».
Willis abraza este nuevo trabajo para sentirse realizado fuera del deporte. «Correr está vacío si no se trata de algo más. Puede sonar contradictorio, pero mis mejores resultados llegaron en momentos de mi vida en los que correr era, digamos, secundario», asegura el doble medallista olímpico, plata en Pekín 2008 y bronce en Río 2016. Además, celebra la libertad que le permite el amateurismo para explorar otras distancias: «Me encantaría hacer algún trail, probarme en 200 metros en categoría máster, participar en carreras de relevos de varios días, e incluso correr un maratón».
Cain también disfruta más del atletismo cuando no es su única preocupación. «Formar parte de la comunidad de corredores de Nueva York ha revitalizado mi amor por este deporte; me han recordado que correr no tiene que ser una carga, sino el momento más feliz del día», afirma la doble campeona norteamericana y seis veces plusmarquista nacional juvenil. Por último, rompe una lanza en favor de esta nueva forma de profesionalizar el atletismo: «La relación tradicional entre atleta y patrocinador es defectuosa. En lugar de valorar a un atleta por su personalidad, se le considera un producto, enviando el mensaje de que el objetivo final es más importante que el viaje».
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